La espiritualidad es un aspecto de la identidad propia de los niños, pero ¿cómo la enseñamos?

Muchos educadores se esfuerzan por separar el concepto de espiritualidad del concepto de religión, que puede ser un tema controvertido y delicado en los entornos seculares de educación y atención a la primera infancia, y los educadores buscan apoyo sobre cómo fomentar, desarrollar y explorar el desarrollo espiritual de los niños en consonancia con los marcos de aprendizaje aprobados.

Al proporcionar orientación sobre el papel de los educadores en el desarrollo y el fomento de la espiritualidad de los niños, el Marco de Aprendizaje de los Primeros Años (EYLF) señala que el aprendizaje de los niños es dinámico, complejo y holístico, con aspectos físicos, sociales, emocionales, personales, espirituales, creativos, cognitivos y lingüísticos del aprendizaje, todos ellos intrincadamente entrelazados e interrelacionados.

El AELF define lo espiritual como «una serie de experiencias humanas que incluyen un sentido de asombro y maravilla, y una exploración del ser y el saber» y pide a los educadores que acojan a los niños y las familias que comparten aspectos de su cultura y su vida espiritual.

A menudo resulta sencillo para los educadores pedir orientación a las familias sobre la cultura, pero la espiritualidad puede ser un espacio complejo y delicado.

Para profundizar en nuestra comprensión del desarrollo espiritual, especialmente fuera del contexto de la religión, es importante conocer otras teorías y conceptos que se han estudiado y que son complementarios por naturaleza, según ChildCare Education Institute (CCEI).

«Una perspectiva sobre el desarrollo espiritual es una herramienta útil en el mundo complejo, diverso y a veces poco amable de hoy en día», dice Maria C. Taylor, Presidenta y Directora General de CCEI, y añade que es posible que los educadores adquieran conocimientos que les preparen para crear entornos que nutran espiritualmente a los niños, ofreciéndoles así la oportunidad de desarrollar un yo más amable.

El CCEI destacó que existen varias teorías y estudios de investigación que respaldan la conexión entre el desarrollo espiritual, el bienestar y el éxito académico. Los investigadores del pasado y del presente han estudiado el papel del desarrollo moral, la resiliencia y la plasticidad. Incluso más recientemente, los educadores están utilizando palabras como prosperar, agallas y fluir. Con este conocimiento más profundo, los cuidadores pueden crear experiencias en el entorno de aprendizaje que contribuyan al desarrollo espiritual de los niños.

Según el CCEI, el desarrollo espiritual puede conducir a un mundo socialmente más justo, es decir, con oportunidades e igualdad para todos. Al promover el desarrollo espiritual, además de los ámbitos tradicionales de aprendizaje como la alfabetización y STEM, los educadores crean una sociedad más pacífica y justa a la vez que crían niños preparados para participar en la sociedad de forma positiva.

A través del desarrollo espiritual, los niños aprenden a ser conscientes y a sentirse cómodos con cualidades como el respeto, la responsabilidad y la reverencia por uno mismo y por los demás. Aprenden a ser capaces de reconocer las diferencias entre las personas sin sentir miedo. Desarrollan el amor por la Tierra y actúan para protegerla.

La espiritualidad es un aspecto de la identidad propia de los niños, pero ¿cómo la enseñamos?
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