El pasado mes de mayo, mi hermano murió de una sobredosis involuntaria de drogas. Fue una gran pérdida, la mayor angustia de mi vida. Pero cuando eres una persona espiritual y alguien a quien quieres se convierte en un ángel, tienes acceso a una relación totalmente nueva.
Ahora, mi hermano y yo conectamos a diario. Bromeo diciendo que ahora hablamos más que cuando él estaba aquí y, en cierto modo, es verdad. Cuando necesito un poco más de magia (para encontrar aparcamiento o las palabras adecuadas para un discurso), llamo a mi hermano. Puedo sentir su presencia porque estoy abierta a ella.
Como fundadora de un programa de formación en línea sobre liderazgo femenino, he trabajado con cientos de mujeres y he aprendido que muchas anhelan una conexión más profunda como la que tengo con mi hermano, aunque no conecten con la religión en el sentido tradicional.
Mientras algunas mujeres siguen cultivando una conexión con lo divino en iglesias y templos, son más las que recurren a las esterillas de yoga y los cojines de meditación en busca de una sensación de paz interior.
Mi amiga y mentora, Nisha Moodley, fundadora del Día Mundial de la Hermandad, dijo una vez: «Muchas religiones prometen que si tomamos buenas decisiones en la vida, nos invitarán al cielo en la otra vida». Tal y como yo lo veo, la espiritualidad es una invitación al cielo en la Tierra, y una práctica espiritual es la puerta de entrada. Dedicándonos a prácticas que nos aportan paz interior -como la danza, la meditación, la oración, el diario- cultivamos nuestra capacidad de acceder a ese lugar en tiempos difíciles».
Entonces, ¿cómo integra la mujer moderna una práctica espiritual en su mundo cotidiano? He aquí tres consejos para empezar:
1. Acepta tus sentimientos, incluso los incómodos
Parte de ser espiritual significa comprender que los sentimientos humanos son sanos y necesarios. Si quieres conectar más profundamente contigo mismo (y con lo divino), deja de adormecer tus sentimientos -especialmente los incómodos- con mecanismos de afrontamiento como comer o beber en exceso, tener relaciones sexuales o citas poco saludables y trabajar en exceso en la oficina o el gimnasio. Nos adormecemos cuando estamos tristes y también cuando estamos contentos. A la mayoría nos da miedo sentir. Permítete expresar lo que tengas en ese momento.
Si estás enfadado, ve a una clase de kickboxing o golpea una almohada en casa. Si estás emocionado, sal a correr para celebrarlo, llama a tu mejor amigo o vete al spa.
2. Desconecta del ruido
Si estás pendiente de lo que hacen los demás, puede que seas adicto al juego de las comparaciones. Pasa menos tiempo en Facebook, Periscope e Instagram y más tiempo conectando en persona.
Queda con tu pareja para dar un largo paseo y deja el teléfono en casa. Durante la noche de chicas, deja los teléfonos en el coche y permítete reír hasta que duela. Es fácil comparar nuestras vidas desordenadas e imperfectas con los mejores momentos de otra persona, pero recuerda que lo que ves en Internet ha sido cuidadosamente comisariado, filtrado y retocado con Photoshop para crear esa experiencia aspiracional.
3. Haz que la espiritualidad sea divertida
Muchos de los que crecimos yendo a la iglesia, al templo o a la escuela dominical nos distanciamos porque la experiencia nos parecía aburrida. Pero la espiritualidad no es aburrida. En realidad es fascinante y totalmente fuera de este mundo.
Deja que la espiritualidad sea una salida creativa impregnada de juego. Haz tableros de visión trimestrales que te ayuden a visualizar tus deseos y cuélgalos en tu casa para mantenerte inspirado. Decora con cristales brillantes como el cuarzo rosa y la amatista para cambiar la energía de tu espacio.
Construye un altar del dinero con una vela de la abundancia, un ejemplar de El dinero y la ley de la atracción de Esther Hicks y un cheque que te hayas extendido a ti misma por el total de ingresos que quieres obtener en 2016. Remátalo con un cristal de citrino para ayudar a atraer la prosperidad y el éxito. Pruébalo, hazlo divertido y hazlo tuyo.
¿Cuál es la moraleja? Cuando se trata de espiritualidad, la única regla es que no hay reglas. Lo más importante que puedes hacer es seguir tu intuición para diseñar una relación con lo divino que sea divinamente tuya.