Aunque un despertar espiritual suele considerarse un viaje, no es necesariamente un viaje físico o una peregrinación; es un proceso de ir más allá de tus límites y dar el siguiente paso evolutivo.
En el transcurso de una vida humana, pocas experiencias pueden ser tan profundas y transformadoras como las de un despertar espiritual. Identificarte con tu divinidad y experimentarla directamente representa un cambio de paradigma de primer orden. Un despertar espiritual tiene el potencial de desgarrar el tejido de la realidad tal y como la conocías y empujarte hacia una nueva vida de crecimiento y evolución conscientes. Como el término indica, «despiertas» del sueño de la conciencia cotidiana, mundana, material y basada en el ego a una realidad espiritual más elevada. Y como si salieras de un sueño profundo, puedes ver el sueño como lo que es: una ilusión a la que no se puede volver.
Escapar de la ignorancia
Un despertar espiritual representa el levantamiento del velo de la ignorancia o avidya, que en sánscrito significa «comprensión incorrecta». Esta ignorancia envuelve tu verdadera naturaleza y te mantiene operando en la oscuridad de los niveles inferiores de conciencia. Es un estado de no saber lo que no se sabe. En el corazón de esta ignorancia está tamas, una de las tres gunas, o cualidades primarias del universo. Tamas encarna la oscuridad, la torpeza, la inactividad y la entropía, y te ata a las arenas movedizas físicas, mentales y emocionales de la inercia. Afortunadamente, sin embargo, el proceso de despertar espiritual va directamente en contra de las corrientes de avidya en tu vida. La evolución de la conciencia genera una atracción hacia adelante, un impulso hacia el crecimiento, la transformación y el cambio que es una de las fuerzas más poderosas del universo. Como una nave espacial que alcanza la velocidad de escape, el despertar espiritual te empuja fuera del pozo de gravedad limitante de la ignorancia hacia el destino final de la autorrealización cósmica.
¿Pero cómo ocurre esto? Bueno, si aceptas que todos los seres humanos, y quizás incluso todos los seres sensibles, están programados para evolucionar, es lógico que el despertar espiritual sea tu derecho de nacimiento, algo que estás destinado a conseguir. Y si este proceso está trazado en tu conciencia y en tu cuerpo, entonces debe haber pistas o pasos que te indiquen que estás en el camino del despertar.
1. Vislumbrando el espíritu: La llamada a la aventura
El célebre mitólogo Joseph Campbell definió lo que se conoce como el viaje del héroe, un camino evolutivo de crecimiento y transformación entretejido en todos los grandes mitos e historias: «Cuando dejamos de pensar en nosotros mismos y en nuestra propia autoconservación, experimentamos una transformación de conciencia verdaderamente heroica».
Al principio de cualquier viaje del héroe se encuentra el punto de partida principal, conocido como la llamada a la aventura. La llamada a la aventura representa una ruptura con la vida cotidiana, una señal que surge del subconsciente, capta tu atención y te lleva en una nueva dirección. La llamada a la aventura es la chispa que desencadena un despertar espiritual. Cada vida tiene un momento, si se aprovecha, que cambiará esa vida para siempre. La llamada a la aventura es un incidente que despierta, una nueva percepción que te obliga a ver la vida de otra manera. Esta experiencia espiritual puede adoptar innumerables formas: un viaje a un país lejano, la pérdida de la inocencia, una enfermedad, un desafío, la muerte de un amigo íntimo, una experiencia cercana a la muerte o la pérdida del trabajo. Independientemente de los detalles, la experiencia sacude tu visión del mundo y ves el mundo con nuevos ojos. Estás llamado a vivir la vida ordinaria de una manera no ordinaria.
2. Un examen más detenido: Elegir un camino
Al darte cuenta de que tu limitada visión del mundo ya no puede contener tu conciencia en expansión, llegas a reconocer que tu vida es un viaje espiritual, un despertar de tu conciencia. Aunque puede ser un momento emocionante, esta etapa también puede resultar inquietante y desconocida. Todo lo que antes aceptabas como fijo y estable (ideologías, visiones del mundo, sentido de uno mismo y de los demás, relaciones) puede ponerse en tela de juicio. Estás buscando respuestas, un medio por el que puedas repetir o volver a vislumbrar el espíritu que inicialmente cambió tu perspectiva.
Llegados a este punto, es posible que te propongas encontrar un nuevo camino: una nueva filosofía, una tradición diferente o una práctica que te ayude a contextualizar o replantear tu visión del mundo. Este es el momento en que muchos comienzan la exploración espiritual en serio. A menudo marcado por un período de recopilación de información, autoestudio y profundización en las religiones del mundo o la psicología, te sientes atraído por prácticas y métodos que se alinean con tus personalidades y disposiciones únicas. Según el Vedanta, hay cuatro caminos o yogas para volver a la unidad que buscas:
3. La búsqueda: Seguir el camino
La siguiente etapa te llama a ser un buscador espiritual. Una vez encontrado el camino, la práctica regular, el estudio y la disciplina sirven para profundizar en la visión más amplia de la conciencia expandida. El término sánscrito para la disciplina de la práctica espiritual es sadhana. Sadhana es la rutina espiritual que hace que tu práctica pase de ser un ejercicio aislado a una forma de vida. Somos viajeros dedicados en el camino, familiarizados con sus giros y vueltas, subidas y bajadas. A medida que profundizas en tu práctica, te vuelves cada vez más experto y conocedor, no sólo de la tradición o práctica que sigues, sino también de ti mismo.